sábado, 11 de abril de 2009

Pequeña historia (adaptación de una moraleja de Elin Formante Padre)

Había una vez un taller de chapa y pintura. En ese taller había muchos diarios, mugre y telarañas. En el taller vivía un ratón.
El dueño del taller quería deshacerse del ratón por que le comía los diarios, se cagaba en el piso y le tomaba el tetra.
Entonces alguien le prestó un gato grande, musculoso. Ese gato era luchador de vale tudo, maestro de brazilian jiujitsu, maestro de kendo , ex infante de marina (en la unidad anti-ratones), experto en el uso de armas largas, actor de cine, fisicoculturista y estrella porno.
Ese gato se agazapó en la entrada del escondite del ratón. Pero he aquí que el ratón, más rápido que un Maradona endopado, le pasó entre las patas al gato. Ida y vuelta, ida y vuelta. Era una cosa que no lo podía atrapar y de tanto que se le escapó, se cansó el gato y se fue a la mierda.
Entonces, el dueño pidió prestado un gato delgado, pero ágil. Ese gato era luchador de K1, maestro de aikido, esgrima con florete, ex miembro de la policía federal (en la unidad anti-ratones), experto en el uso de armas cortas, actor de teatro moderno, modelo de revistas que leen esas cajetillas que uno se cruza en esas playas top y que no te dan ni la hora y habia aparecido en algún que otro paparazzi en fotos hots.
Ese gato esperó al lado de la entrada del escondite del ratón. Pero he aquí que cuando el ratón salió de su escondite y el gato se dispuso a seguirlo, éste lo superó en velocidad. Encima, no se cansaba en ratón, como si se hubiese tomado un Red Bull con efedrina. De tanto perseguirlo el gato se cansó y se fue a la mierda.
Entonces, el dueño del taller salió a la calle, y se llevó al taller a un gato viejo, pero feo, pelo quemado, gordo, tuerto, medio rengo y borracho. Ese gato en sus mejores tiempos (mejor dicho, en los no tan malos) fue miembro de la patota del barrio, era experto en arboles bonsai, había tenido uno que otro duelo gaucho con facón, fue mascota de un miembro de la cuadra solidaria, experto en esquivar piedras y zapatos, era actor de teatro kabuki, fue fotografiado por la Asociación por la Defensa de los Derechos del Animal y las únicas tres veces que tuvo relaciones carnales había sido de joven con gatas ebrias, gordas, ciegas y que ya estaban por morirse (que casualidad, él tenía un fetiche con ese tipo de gatas).
Ese gato se quedó en un rincón y se puso a dormir con el vino en cajita entre las patas. El ratón curioso, fue a verlo. Le dio vueltas al rededor, se le paró en la cara al gato, pero éste ni se movía. Entonces lo empezó a molestar tirándole de los bigotes, comiéndole la comida que le tiraba el dueño del taller.
¿Sos piola?- le dijo el ratón.- Atame este paquete (y se agarró de sus partes).
Hasta le llegó a tomar todo el vino del tetra. Como no se sentía amenazado, después de tomarse todo el vino, el ratón se durmió apoyandose en el gato.
Cuando el gato despertó y vio que el ratón le había tomado todo el vino, peló el facón y, tomando del cuello al pequeño roedor, lo desgoyó.
FIN
Moraleja:
1_ No te confíes en un gato que hace hace teatro kabuki.
2_Es más importante para ganar la motivación que la técnica.
3_Por el vino muchos perdieron la cabeza.
4_No te metas con el vino ajeno que se pudre todo.

5 comentarios:

  1. Ese gato el ultimo, me hace acordar a mi... jeje. Es verdad te metes con el vino ajeno y se pudre todo.

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  2. A esta historia ni el refran "mejor maña que fuerza" le queda bien!

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  3. La 4, sin dudas, es una gran verdad...

    Y ya que lo decís voy a tener más cuidado y ser un poquito desconfiado con quienes hacen teatro (yo sabía que algo raro tenían)...

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  4. Esta historia me llegó al corazón.

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  5. Annie es muy dulce. Esta historia me hizo cagar de risa. Muy buena la descripción de los gatos, medio mercenarios, terminator... lo del teatro Kabuki me mató.
    Y como dicen algunas moralejas, mejor no jugar con el tetra ajeno.

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